« Reapropiación | Home | Interpretaciones en la cultura popular »

Diálogo

By alvarodelar | Marzo 21, 2008

Álvaro: El Encuentro/Taller teórico-práctico que impartisteis del 3 al 5 de marzo de 2008, sirvió para delimitar varios de los temas centrales del proyecto Herramientas del arte. Relecturas. Es cierto que no se pudieron desarrollar todos los conceptos que figuraban en el folleto anunciador, en parte por la concentración de todo el proceso en tres días, pero por algunos de los aspectos que allí se discutieron y el debate que crearon, la impresión general tras el taller es que se abrían muchas preguntas y surgían nuevos modos de afrontar la experiencia artística.
Desde el primer momento, este proyecto se ha ideado para generar cuestiones, interrogar supuestos hechos incontestables de la cultura y sus instituciones, plantear entre todos los agentes involucrados hacia dónde pueden dirigirse las prácticas artísticas hoy y debatir a propósito del lugar que ocupa el artista dentro de la sociedad. Asimismo, si algo caracteriza el arte actual es su hibridación de técnicas, soportes, modos de exposición y relaciones con otras materias como la política, la sociología, la historia, la filosofía, el psicoanálisis, la arquitectura o el urbanismo… a lo que cabe añadir otros temas calificados de no “científicos” pero igualmente teorizables como son la cuestión de la memoria, el archivo como modelo de sociedad contemporánea, las nuevas redes sociales interconectadas, el asociacionismo y el activismo orientados hacia el arte o proyectados y generados desde él.
La funcionalidad del arte, su utilidad dentro de la sociedad, tal como se ha planteado al menos desde los años treinta del s.XX y su evolución en décadas posteriores, ¿puede tener algún correlato en el arte contemporáneo actual? ¿Es posible una relectura de sus funciones y utilidades a partir de elementos generados por las herramientas contemporáneas, en especial las derivadas o surgidas de la tecnología? ¿Es ese su único modo de releer su práctica? Y, por derivación, en una sociedad gobernada por la macroeconomía, donde todo es tasado en tiempo real o incluso por adelantado ¿puede todavía el arte tener una función social real, en el sentido de ejecutable, palpable? ¿Cuál o cuáles consideráis que son éstas?

Rogelio: Me parece, al respecto, que un asunto central sería la necesidad de reflexión en torno al papel del intelectual, a l’engagement del artista… retratado al lado de los políticos profesionales, estampando su nombre en las listas de firmas de apoyo, en manifiestos, lo está haciendo -por más que pintor, fotógrafo, novelista, cineasta…- en su calidad de famosos: y en ese sentido el gesto de una actriz o un deportista de tomar partido público en contra o a favor de una determinada causa es más eficaz en términos de repercusión en los media. Si Javier Bardem va a los campos de refugiados saharauis y logra visibilidad en los media para esa causa - y se supone que también despertar simpatía o solidaridad entre el público general que amplía la admiración o la simpatía por el personaje a la causa con la que dicho personaje se identifica o con la que se compromete.
Todo esto ¿qué relación guarda con el clásico “compromiso”?
Tomemos el ejemplo del actor Antonio Banderas, de quien es conocido su apoyo público al PSOE, sobre todo o por lo menos en Andalucía. Se trata de una postura, o una pose, personal, o del personaje, no de una actitud que pueda verse en su trabajo.
Me cuesta imaginar a un artista visual cuyo grado de fama sea comparable al de una estrella del deporte o del espectáculo… muertos Picasso, Dalí, Warhol,… ¿quiénes serían hoy esos blockbusters? ¿Barceló, a lo mejor?
Me parece claro que no es es esa dimensión, digamos “pública”, donde habrá que buscar, no es pues en su pose o sus declaraciones donde residirá el rol político de un artista, sino en su obra, en su trabajo -y no sólo o no tanto en el recurso a una temática o una retórica reconocible como perteneciente a una tradición que podamos identificar como política (arte de propaganda, por ejemplo)- sino en su función, en qué hace, para qué sirve, cuál es su posición con respecto a y en el interior de las dinámicas sociales, políticas, etc.

Daniel: Siguiendo con lo que decía Rogelio, y entendiendo que el entrecomillado de la “dimensión pública” hace referencia a cuestiones de visibilidad, querría ir un poco más allá. La práctica artística, tal y como yo la entiendo, debe de convertirse también en una muestra de la “resistencia” a un modelo que pretende mantenerse con obstinación en un espacio de relaciones cada vez más jerarquizado, difuso, globalizado, estandarizado. Quienes gestionan el entramado de las industrias culturales y la dirección de las instituciones culturales han abandonado hace décadas los procesos de generación de nuevos contenidos y la producción cultural como construcción colectiva. Ahora se dedican simplemente a desarrollar una estructura de poder personal subiéndose a la parte más visible y mediática de las instituciones artísticas públicas y privadas. Ostentan el poder y gestionan la realidad de su pequeño imperio. La Institución Arte ha sido absorbida como un mecanismo más de los procesos de producción de servicios, es parte activa de los procesos de turistización y participa en la compleja readaptación de las infraestructuras de la nueva ciudad. Los artistas hemos sido relegados en la corte por una nueva élite de gestores culturales que ejercen desde torres de marfil que tienen forma de mausoleos y en acontecimientos bianuales.

El conflicto de intereses que plantea este modelo está servido y la radicalización de posturas es aprovechada muy oportunamente por quienes ostentan el poder y están muy bien posicionados en esos espacios de visibilidad. Visibilidad que hasta estos momentos la dan los medios de comunicación tradicionales, es decir, la Radio, La Televisión y el Periódico. ¿Quienes son los dueños o, al menos, controlan estos medios? Y lo que es más importante, ¿quienes sus aliados?

Lo artistas lo tenemos claro, o nos asimilamos en este nuevo sistema de gestión, o nos pasamos a la arquitectura para recuperar los favores de la corte. Lo demás es situarse en un estadio de pérdida permanente. Claro que también podemos situarnos en un estadio de “resistencia” (¿permanente?).

Yo me decanto por esto último. Los modelos están en continua definición, afortunadamente las actuales tecnologías de información y comunicación han generado un nuevo marco de actuación en medio del cual se desenvuelven tanto situaciones previas como nuevos escenarios que podemos aprovechar, también los artistas. Y creo que estas transformaciones están poniendo en crisis los modelos de distribución y gestión cultural dominante. El espacio digital no surgió simplemente como un medio que permite la comunicación, también surgió como un nuevo teatro para todo tipo de operaciones. Y este es claramente un espacio disputado cuyos intereses ven amenazados sus viejas jerarquías. El Arte tiene ahí una función también política que necesita de posicionamientos éticos claros. El Arte, como cualquier otro proceso cultural, es básicamente un proceso de transmisión, de transferencia, de dialogo continuo, permanente y necesario, pero no lo olvidemos, también es transgresión, ruptura, ironía, parodia, apropiación, usurpación, confrontación, investigación, exploración, interrogaciónŠ contestación. Busquemos pues el contexto idóneo que permita desarrollar esta idea en condiciones más optimas. Y si no existe, tendremos que intentar crearlo.

Álvaro: Por seguir con el tema planteado por Rogelio. Es cierto, dejémonos de grandes proclamas a propósito de las posibilidades revolucionarias del arte y el inevitable anacronismo que supone, a día de hoy, esa ilusión sin concesiones.
En cualquier caso, lo que apuntas sobre la relación entre un cierto compromiso massmediático y otro que se viera o no reflejado en el trabajo realizado, es asunto de vital importancia en el arte visual. Resulta casi impensable que el trabajo de un artista concreto, en especial si su obra se caracteriza por lidiar con temas sociales, pudiera no ir parejo con su forma de comportarse ante determinados asuntos políticos. Y, sin embargo, la historia está llena de intelectuales, poetas, artistas, filósofos… cuya obra ha trascendido su época y es considerada relevante, y cuyas acciones personales pueden ser juzgadas –y, de hecho, lo han sido- como no apropiadas en relación no sólo a su obra, sino también y desde un punto de vista ético, con lo otro. Este es un gran tema todavía muy actual. El arte, tal vez debido a su intrínseca vocación descriptiva, visibilizando y haciendo patentes interpretaciones personales de asuntos importantes, siempre es relegado de la toma de decisiones no ya políticas, sino también culturales. De hecho, las propias políticas culturales, con frecuencia son planificadas por cargos políticos con una marcada fobia cultural o, cuanto menos, por una visión reduccionista de ésta.
Esa dimensión pública que comentas, donde el compromiso del artista debe quedar patente, alejado de los flashes más llamativos como ocurre con los actores y actrices, ¿es la que conforman los espacios de arte institucionales, las galerías, los nuevos espacios que proporcionan las herramientas tecnológicas alojadas en la red… o es más bien un lugar propio, que cada uno hace suyo y que se torna visible también de forma personal y casi impredecible? ¿Puede haber gestos, acciones, trayectos… que puedan ser dados en común, o el híper-individualismo del arte sólo permite actos unipersonales?

Daniel: En la nueva configuración de las industrias culturales, en las que trabajan un cada vez mayor número de personas, los artistas formamos el último escalafón de la jerarquía de las mismas y estamos a la cola de las retribuciones económicas que el sistema produce. Es decir, que hay mucha gente que se ganan la vida en este mundo, pero los artistas, en cambio, parece que nos “jugamos la vida”. Y yo me pregunto, ¿se puede mantener el sistema del Arte sin artistas contemporáneos?, parece ser que para muchas instituciones sí. Afortunadamente la práctica del arte no se circunscribe solamente a la parcela institucional y de mercado, puede y debe encontrar, o sino inventarlos, nuevos territorios desde los que desarrollar nuevas propuestas.

Uno de los territorios desde los que podemos operar, y que desde luego debemos de reclamar una revisión urgente del sistema imperante y una reformulación, es el de la noción de propiedad intelectual que debe de evolucionar hacia un nuevo contexto de cultura más ‘libre’. Las leyes puestas en marcha por nuestros gobernantes en la nueva Ley de Propiedad Intelectual, como el derecho de copia privada, reducido ahora a la mínima expresión, son anacrónicas para la era de Internet, entiendo que las actuales regulaciones suponen un verdadero lastre para la creación, el acceso a la información y la difusión del conocimiento. Yo creo que en este tipo de territorios es donde le artista visual puede dar muestras de compromiso y ejemplo con su trabajo, de lo contrario verá limitada su capacidad de actuación. Históricamente su trabajo ha estado muy asociado a visiones demasiado egocéntricas, como comenta Álvaro, híper-individualistas, centradas en la visión del objeto único como única referencia material a su trabajo. Convirtiéndose en mero valor de cambio en un mercado que, por otro lado, también está evolucionando.

Como había dicho antes estamos inmersos en un profundo proceso de cambio que está generando actitudes que han permitido la gestación, a nivel global, de distintos movimientos a favor del desarrollo de nuevas formas de innovación y de creación colectiva, así como a favor de compartir libremente el conocimiento adquirido y los derechos de su uso. Es un proceso complejo y global de cooperación y desarrollo que constantemente suma participantes e intereses. Son formas de organización del trabajo que se afirman como más productivas y tremendamente capaces de orientar la innovación hacia un objetivo de interés comunitario. La cooperación social desvela su poder de innovación y creación, entendida como el mejor modo de apoyar un modelo que permite la distribución y expansión de los contenidos para participantes, usuarios y audiencia. Los artistas evidentemente debemos formar parte del proceso de cambio. Y no será fácil adaptarse.

Álvaro: Por vuestras palabras, parece deducirse que la función del artista ya no puede ser la de un mero representador del mundo, entendida esta representación como la acción que permite crear obras que prueben la individualidad creativa y distintiva de cada artista. Sin embargo, en todos los foros artísticos, la particularidad creativa del artista, su sello, sigue siendo lo que determina su calidad. ¿Existe en esto una contradicción? Si es así ¿cómo la asumís en cuanto que artistas activos dentro del mundo del arte?

Álvaro: La cuestión de la supervivencia es clave si queremos dilucidar cuál es la tarea del artista y su lugar dentro del entramado artístico. Como señala Daniel, parece que los artistas “se juegan la vida” haciendo lo que hacen, más que ganársela como cualquier trabajador lo hace desempeñando su trabajo. A propósito de esto, convendría traer a colación una de las ideas desarrolladas por Iván de la Nuez en el texto que se incluye en este cuaderno y que tiene por subtítulo “Arte, política y supervivencia”. En la última parte del texto, que salió publicado anteriormente en el suplemento cultural Babelia con el título “Intelectuales en la era de la imagen”, Iván propone que la cultura visual está sustituyendo, lenta pero inexorablemente, a la cultura escrita “como transmisora de saber”. Y argumenta que, por lo tanto, los artistas tienen ante sí la tarea de convertirse en los intelectuales de la era de la imagen.
Esta idea, sin duda clave para entender la complejidad cada vez más específica del arte contemporáneo, plantea sin embargo otras dudas; entre las cuales destaca, a mi modo de ver, la de cuestionar si el vocablo “intelectual” y todo lo que históricamente ha supuesto esta figura, resulta de ayuda para la comunicación de los nuevos modos de entender el arte o lleva adosado un lastre. Es decir, si también el término intelectual necesitaría de una redefinición o de una relectura dentro del territorio cultural donde, como afirma Daniel, todo está en proceso de transformación.

Topics: Diálogo |

Comments